Cuando un país es erigido, fundado o constituido,
normalmente se piensa en una bandera, en unos colores y un escudo que los
identifique, de paso, estos elementos serán los que formen parte de los ideales
con los que se levanten las futuras generaciones, estos nativos pelearán por
sus colores, defenderán su soberanía y se multiplicarán, de diversas maneras.
Con la evolución vendrá la historia, el crecimiento
poblacional, el manejo del PIB, las relaciones comerciales con países vecinos y
de otras regiones del planeta. Es innegable y necesaria la evolución.
Pero, ¿qué pasa si estos símbolos patrios con los qué se
fundó esa gran nación, desaparecieran?
Por defecto o lógica simplemente deductiva, estaríamos
hablando de un reinicio, o sea, replantearse, reinventarse, reformularse y creo
que ese es el caso de nuestra amada patria Colombia.
No sé si estés de acuerdo conmigo, pero antes, te presento
el siguiente escenario.
El escudo de armas de la República de Colombia es el
emblema heráldico que representa al país y que, junto a la bandera y el himno
nacional, tiene la categoría de símbolo patrio.
El actual emblema y sus elementos constituyentes tienen
sus orígenes en el escudo aprobado por medio de la ley 3 del 9 de mayo de 1834,
siendo presidente de la República de la Nueva Granada el general Francisco de
Paula Santander. Los colores y la disposición de los mismos fueron adoptados y
reafirmados sucesivamente por varios decretos, particularmente los dictaminados
el 17 de mayo de 1924 y el 11 de enero de 1934. Finalmente, el escudo es
reglamentado por medio del decreto 3558 del 9 de noviembre de 1949, el cual
además describe de manera puntual la reproducción de la mayoría de sus partes.
El escudo vigente en la actualidad recoge tanto los elementos dictaminados en
1834 como los descritos en 1924 y 1949, con sus respectivas mejoras estéticas.
El escudo como símbolo nacional es empleado por el
Gobierno e instituciones estatales, siendo las únicas instituciones que pueden
ostentarlo de forma privativa. En cuanto a su diseño existen diferentes
versiones estilísticas, ya que a pesar de que las leyes y decretos vigentes
describen cómo debe ser su reproducción, lo hacen de forma incompleta y sin
tener en cuenta para ello la ciencia de la heráldica, lo que ha dado lugar a
ciertos vacíos que la comunidad en general ha llenado de manera inapropiada
dentro del dibujo del blasón.
Pero entrando en materia y analizando detalladamente el
escudo que nos representa, me doy cuenta que, hay cosas que al parecer están fuera
de lugar, los componentes que conforman el escudo colombiano son: el cóndor,
representante de las aves nacionales, que, para este actual momento, está casi
extinto, los cuernos de las riquezas, realmente podemos decir que este
país, es pobre, es un país que si bien no nada en la miseria, según los
especialistas, si acaba en manos del socialismo, podríamos decir: colorín
colorado, este cuento se ha terminado; la flor nacional, quizá muchos
saben que estamos hablando de la orquídea, aunque, en el escudo eso parece más
un cetro, que la flor en mención; creería que más de la mitad de los
colombianos, pasan su vida, sin saber cómo es esta flor en vivo y en directo; el
gorro frigio, a decir verdad, el colombiano promedio quizá nunca haya visto
este aditamento, o sepa por qué se llama así, incluso, quizá hasta desconozcan
que en el mundo existió un sitio llamado Frigia, qué es de dónde provino dicho
gorro, el istmo de Panamá, La separación de Panamá de Colombia, fue un
hecho ocurrido oficialmente el 3 de noviembre de 1903, después de la Guerra de
los Mil Días, y que desencadenó la proclamación de la República de Panamá. El
istmo de Panamá tiene más de un siglo de no pertenecer al territorio nacional
colombiano; libertad y orden, realmente creo que esa libertad es un poco
subjetiva al notar que en este país, la guerra supuestamente duró 50 años y por
estos días, esa guerra al parecer quiere revivir.
Entonces, creo que vivimos en un pueblo que no tiene identidad, que los valores con los que se fundó, ya no existen y que es necesario una restructuración a todo nivel.
Ojo, no estoy haciendo proselitismo ni campañas en pro del
candidato con mayor aceptación o mejor empatía, por qué, lamentablemente, según
lo que se puede ver, ninguno está calificado para tal labor. Creen que ser
presidente, senador, magistrado, gobernador, representante a la cámara,
alcalde, concejal o simplemente trabajar para el estado, los hace inmunes a “no
cometer delitos” en contra del mismo pueblo que los elige.
¡Ya no más! Acabemos con ese juego de la corrupción.


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