Amado, El Amo de la “S”.



Por Nelson Torrenegra Manjarrés
El rompecabezas del cual se compone una cultura, siempre será una amalgama de costumbres, idiosincrasia, cotidianidad, anécdotas y el toque personal que es implícito en cada uno de nosotros, es factible que haya variaciones entre un sujeto y otro; en algunos será más variado y quizá único el ingrediente que te define.
 A veces es apenas lógico y esto da pie para que existan personas que se atrevan a compararlo con una receta culinaria, en la cual los ingredientes pasarían a ser los personajes de la cotidianidad; figuras tan singulares y que a la vez sean tan similares por ser distintas.
No hace falta ser rico o pobre para pertenecer a este clan de proporciones en algunos casos, cómicas o insólitas, solamente se necesita ser único en su especie, o en su defecto el primero de la fila.
Para Amado Ruiz, esto no es ninguna dificultad, de hecho disfruta siendo un tipo cheverón, original, relajado, tal como yo lo veo: Cómico, algo jovial y sobre todo muy hacedor de amigos; con los cuales en más de una ocasión debe compartir un guaro bien frío, aunque estas reuniones generalmente terminen resumiéndose a una o dos botellas y por que no una tercera de guandolo, su bebida social favorita, sin pasar por alto que todo esto se hace en una sola noche y contando o inventando uno que otro chiste.
Las mujeres son su gran debilidad, las prefiere sencillamente femeninas y preferiblemente delgaditas, pero si se le cruza una gordita, el hace su trabajo.
En sus años de juventud era fan de Sofía Vergara y en especial Paola Rey, la Baby Sister. Amado, cree que, si alguna de las dos hubiese aceptado mínimo bailarse una champetíca de moda con él, de seguro que se quedaban encantadas con su movimiento de cadera, además considera que a ellas les quedaría gustando tanto bailar pegaíto, que le iban a pedir volver a hacerlo y ahí, de una: “respirándole en el cabello a la hembrita, ahí no hay jeva que se resista”, afirma con total seguridad.

Su pasión por los caballos en una época lo llevó a pensar que el también podía ser una especie de “llanero solitario” de las planicies de su natal población, la cual se encuentra encallada entre el valle de la serranía del caballo, y bordeada por la majestuosa ciénaga del guájaro.
Como todo caballero andante, es de suponer, que el espécimen del cual era propietario, era su orgullo, y digo era, por que se le ensartó en una cerca de alambre de púas tratando de montar una singular potranca de ojos grandes algo coquetos, y a la que hasta el mismo jinete en alguna ocasión quiso que fuera la madre de los nonatos corceles de su rocinante amigo.
Su entrañable cariño lo llevó a considerar que era dueño de un súper caballo, tanto así que lo llamaba “Titan”, porque según él este rocín era superior al de su héroe de paquitos, incluso, en lo blanco de su pelaje. Lo cierto es que a simple vista cualquier persona plantada en la realidad, sabía que la blancura de su galopante amigo, sólo se podía comparar con los restos de la ceniza que se esparce luego de que se acaban los improvisados fogones que a menudo se construyen cuando se está metido en el monte atendiendo la parcelita.
En sus momentos de guayabo, cuando conversaba con los vecinos y compañeros de jornales, decía que ojalá se le apareciera un genio o algo que concediera deseos, para pedirle que los juntara a los dos, al igual que al centauro de la mitología griega.

Pero Amado o el “Todas”, como es conocido por sus allegados, alguna vez fue un gran pescador, su jornada consistía en sólo dos horas de trabajo, que iban de ocho a diez de la mañana, siempre regresaba con su canoa llena, siempre era una pesca maravillosa, y por lo general, sus peces eran los de mejor tamaño. Seguramente esto hizo que se convirtiera en el infortunado ganador de la envidia de la mayoría de sus compañeros, quienes un día cansados de la buena suerte de Amados, le tendieron una trampa para que naufragara.
Cerca del sitio pasaba un gran amigo suyo, quién lo rescato y con quien compartió su abundante pesca. Esta fue la razón inmediata de su retiro como amo de las aguas, y como la flojera nunca ha podido contra él, aunque su faz demuestre lo contrario, rápidamente se decidió por el trabajo en el campo.
Ahora, fungiendo como pigua de un potrero en las afueras de Repelón, casi llegando a Rotinet, se levanta a las cinco de la mañana y comienza con la más brava de las reses: claramanta, una hermosa vaca con cachos romos, rabo partío y manchas negras en la frente y la oreja izquierda; al principio le fue muy duro adaptarse a ella pero con el tiempo se hicieron amigos, tanto así que las vacas solamente dan leche por la mañana y “claramanta”, se la proporciona en cualquier momento de la tarde sofocante, a la cual se exponen estos bovinos en las tórridas planicies del atardecer Repelonero.
Esta complicidad tal vez se deba a la gran cantidad de guayaba y frutas que él mismo le brinda, por que sabe que a “claramanta” la derriten estos detallitos; muchos saben que esto no lo hace para nada especial, debido a que la mayoría de los piguas, tienen una o dos vaquitas que le coquetean, aunque la de Amados siempre ha sido algo terca, tanto así que muchos han pensado que allí debe haber algún cruce con mula.

La mayoría de sus ex novias y amantes apuntan a decir que lo que más les ha gustado de él, son ‘sus ojos de pelao maloso’, con excepción de Ruby y Araceli, que anotan que lo mejor de él es ‘su barba tupida como la de Fidel Castro’, aunque en realidad su rala barba no es tan tupida, los expertos dicen que más bien la tiene como “un guineo lleno e’ moscas”. Amados responde diciendo: “a esas vainas yo no les paro bolas, a mis no me inportans”.
Atribuye su fama al modo de hablar con la “s” al final de una palabra o en medio de una oración. No obstante, mucha gente disfruta de esta peculiar forma de oralidad del peculiar Amados, pero lo que nadie sabe hasta esta parte, es como o cuando nació este entretenido lenguaje, en algún momento le pregunté y respondió: “Hubo un días que yo me levantés con una hambres y pensés: No tengo nadas que hacers, voy a joderle la paciencias al vecinos”, y llegues hablandos con la “S”.
- ¿Por qué con la “S”?
Nos, S nos: S’s.
- ¿Cuál es la diferencia?
Buenos que yo hablo todos con “S’s”, por que me he acostumbrados y es mejors.
– ¿Te molestaría si alguien más hablara, así como tú?
 Nos, al contrarios, sería más familars para mis, porque así sé que estoy hablandos con un amigos, y nos con un desconocidos. Y comos tú sabes, lo mejors del mundos son los amigos, claro estás, después de las mujeres, ¿si o ques?
 –Claro que sis, tienes todas la razóns.

Amados, es padre de 4 graciosos niños, con tres mujeres diferentes, son tan jocosos cómo su exclusivo modo de hablar, y muy a pesar que ninguno ha sido engendrado por él, es sabido que estos genios de la burla son tanto o mejor que él al momento de querer ridiculizar a alguien, la gente que no sabe ha pensado que en realidad éstos cuatro alegres vecinitos sí pueden ser sus hijos. Amado Genaro Ruiz Vergara, piensa qué si ese largo día de hambre no hubiese sido tan intenso, tal vez no se le habría ocurrido crear este pasaporte a la popularidad, crédito que según él es casi un amuleto en su vida, con las mujeres, el trabajo.

Quienes lo conocen desde que era un chiquillo, dicen que creían que “El Niño”, como le decía su mamá, no iba a servir para nada, pues en muchas ocasiones lo encontraron fumando tronquitos de matarratón seco. Otra afición de Amados el “Todas”, son las artes marciales, le habría gustado haber nacido en el Japón, o en la China, para pelear cómo Jackie Chan, otro de sus héroes, es consciente que es un buen televidente y que eso lo hace muy bien.
Su familia espera que algún día Amado deje de ser el “mamador de gallo” con el que muchos conversan y se vuelva un hombre serio. Él siempre responde: “Eso serás el días que tenga mi primer nietos, pero si es varóns, y de prontos deje de hablars con la “S’s”, y quien sabe, hasta de pronto haga otra vainas”.

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