El amor en los tiempos del Covid.

No hay certeza de la duración de este flagelo, pero seguramente, podemos aminorarlo poniendo nuestro grano de arena.


Día a día surgen nuevos y más casos de gente infectada por coronavirus. Eso es algo inevitable.
Es poco el personal que realmente se cuida o mucho el personal que le importa poco esto del bichito asiático, quizá por considerar que es algo fantasioso o ficticio. Algunos de seguro dirán: “de algo hay que morirse en esta vida”.
Esa afirmación puede carecer de certeza justo cuando se trata de mi vida, de mi amor propio, del amor por mis padres, del amor por mi esposa e hijos. Si es cierto que en algún momento moriremos, pero, si está en mis manos evitarlo, lo haré.
Lo que quisiera entender, pero no sé cómo hacerlo, es ¿cómo existe gente qué siendo asintomáticos, no se aíslan, no usan tapabocas? ¿Será que les vale poco la vida de los demás? ¿Será que son los hijos de súperman?
Estas son preguntas que a veces no me dejan dormir por las noches. Pero también pienso: ¿Si nadie los denuncia, entonces como hace la autoridad para frenarlos?
La pura y simple dejadez que embarga a la gente, hace que el amor fraternal desaparezca, en muchos casos y para ser más precisos, para estos días el resultado se traduce en muerte.
Ya no es el SARS-COV-2 el asesino, sino el poco interés que se le brinda a esta situación.
No esperemos a que sea demasiado tarde, si eres positivo para Covid-19 o simplemente eres asintomático, aíslate, pon tu grano de arena.
Conserva tu distancia. Morir contagiado por coronavirus no es un juego. Infectar a alguien sano con coronavirus, eso no es amor por el prójimo.

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