Me gradué de bachillerato faltando dos meses
para cumplir la mayoría de edad, la expectativa universitaria me tenía bien
ansioso, para ese momento no me imaginaba cosa distinta a dejar el colegio y
estar por fin en la universidad y de una vez por todas, dejar el bendito
uniforme de Normicón, hoy día Norsucón, a un lado. Por un momento no pensé en ninguno de ustedes,
los que estudiaron conmigo, los que me ayudaron a hacer machete, a los que les
hice el examen de inglés y les ayudé en gramática; solo miré al futuro que me
esperaba.
Comencé a estudiar inglés, por qué me dormí en
mis laureles y no me inscribí en el momento indicado en la universidad, además
que me faltaba la libreta militar para evitar tanta tramitomanía. Por mi cuenta
yo no vi pérdida de tiempo, aunque los desatinados comentarios de algunos
imprudentes, siempre caldeaban los ánimos entre mi progenitora y el ahora
Nelson bachiller.
Hay cosas que no se olvidarán y serán de grata
evocación. Todos ustedes recordarán a la seño Judith y su popular dicho:
“Ay, belleza”, los talleres de manualidades con el berraco pie de cañamazo y
la piquiña que dejaba la lana, el uso del emplomado y el repujador, la pintura
artecril de tercera dimensión para las camisetas y el vitraseta de roseta para
las peceras y/o vitrales; ustedes ‘los profes’, de seguro soñaban con la seño
Libia, esa mujer recia y de ruda apariencia a la cual el osado Charly Páez le hacía
bromas sin importarle lo que viniera pa’ encima.
Todos de seguro recordamos algo distinto, a mi
particularmente me gustaba como la seño Josefa me decía: “tú debes estudiar
para ser un locutor bullero”.
Sin duda alguna habrá más de un recuerdo que
está aflorando en este momento para ustedes mientras leen estas cortas letras de nuestra academia.
Pasó el tiempo y hoy, 26 años más tarde, me doy
cuenta que no somos diferentes de los demás personajes de nuestra generación,
que tienen interacción a través de un chat de redes sociales y que casi nunca
se coincide para tener una reunión, especialmente yo.
Algunos de ustedes se dedicaron a la docencia,
fuimos pocos los que nos inclinamos por el bachillerato académico, y aunque algunos
se graduaron como normalistas/docentes, lo cual no es malo, por qué realmente no me imagino a algunos haciendo las veces de profesor. ¿Qué tal nuestro galán amigo, Armando siendo pedagogo en un
colegio femenino? Nojoda, lo enamoran todas las mamás de las alumnas ¿El amigo
Páez siendo profesor de educación física? Se trompea al que se lo quiera
vacilar, o ¿qué tal Carlos Quintero (quien ciertamente no terminó con
nosotros) se hubiese inclinado por las artes plásticas? Seguramente la abuelita
era la que iba a tranquilizarlo cuando los alumnos se estuvieran burlando de
él. En fin, son cosas que no pasaron así por qué Dios lo quiso.
Pero lo que si está vigente y por ahora no creo
que se borre de la memoria, son esas vivencias exponenciales a las que nos
fusionamos en aquellas décadas. Puedo hablar y escribir interminables horas de
aquellos tiempos, pero es mejor plasmar lo que pienso de algunos de ustedes, o
por lo menos los que más contacto tuvieron conmigo.
Ana María Pupo, siempre traerá a mi el
recuerdo de aquella persona conciliadora, calmada, sosegada y abierta al
diálogo, esa mujer que cuando tenía el bloque afuera, le hacían tres payasadas
y soltaba semejante carcajada, pedía disculpas y te perdonaba, todo el ciclo
comenzaba de nuevo con ella.
Armando Núñez, fue con el único personaje
que me di tremendas muñequeras dentro del salón, en recreo siempre planeábamos
a quién joder y dentro del salón comenzábamos la batalla campal. Lo más irónico
es que rara vez cogíamos el bus de la ruta Silencio Valle, solos por lo general
nos esperábamos para irnos juntos y sin pensarlo dos veces, íbamos con el
semejante relajo que solo este man y yo, podíamos armar. Mi sorpresa fue que
don Armando terminó estudiando en la Uniautónoma, lo que quiere decir que nos
vimos durante 5 años más. Creo que es con quien menos he perdido pista, hasta
hemos trabajado juntos y cada vez que nos debíamos un favor, establecimos que
era de estricto cumplimiento pagarlo con comida.
Belkys Calvo, no pasó mucho tiempo
jodiendo con nosotros, siempre creí que ella era la sombra de Danitza o
viceversa, este par siempre nos sacaban una burla a Jaime, Carlito Páez y a mí,
por qué aunque nunca les dijimos (es que esas lenguas ponían en su sitio a
cualquiera), siempre creímos que se parecían a las gemelas de los Simpson: Sherry y Terry, actualmente tiene un fuerte papel en el
chat del grupo Más metemono, imposible; según ella le pega al marido, pero el
man la suena cada vez que se pone prepotente, sigue siendo una gran persona y
hasta se cree guerrillera luchando por los derechos de los docentes, pero la
pelaíta es buena onda.
Carlos Alvarez Haack, apodado por el famoso
Pigmy como ‘porky’. El man siempre será recordado por la buena burla y la
mamadera de gallo en bajo perfil, pues, jodíamos tan disimulado en clases que
rara vez nos pillaban, y si lo hacían, no había mucha evidencia incriminatoria.
Carlos Páez, no necesita presentación,
yo creo que este socio estuvo enamorado de cierta san andresana que decía
cantar como Madona, siempre debatíamos los nombres de ciertas canciones en
inglés, y fraguar más de una estrategia malévola con el Pigmy; pasó a ser el
nuevo rico del barrio cuando llegó manejando por primera vez el Renault 9 de su
viejo. Con la sonrisa mordaz que lo caracterizaba, fue el único capaz de burlarse
y mamarle gallo a todos y cada uno de los profesores, incluyendo al profe
Villa. El novio de casi todas, entre ellas: Liliana Camacho, Ángela ‘foto
japón’ y la eterna, Angie Delgado, pero ustedes no están listos para esa
discusión.
Claudia Álvarez, no terminó en la Normal pero
mamó gallo conmigo a la par del clan que me rodeaba, de hecho, creo que nadie
la enamoraba era por qué la veíamos como una alfa.
Edgar Duque, es otro protagonista que
se destacó por hablar entre dientes y estar consciente de querer ser piloto de
aviones, aunque en 11 cuando nos burlábamos de Mirna Soto (la señorita amazonas
decía ‘tutifarra’ y nosotros le seguimos el juego), por qué no sabía decir
butifarra, el tipo confirmó que sería controlador de tráfico aéreo. Al día de
hoy es un máximo crítico de los malos gobiernos, no apoya al primo Iván Duque y
era vecino de la sonada Magneto, quise decir Victoria Henríquez.
Evelin Albor, especialista acérrima en
artes ocultas y misterios urbanos, introdujo la ouija en octavo y fue la
entusiasta impulsadora de aquélla pregunta que emanaría de la mente del ahijado
del rector Villa. Mientras algunos éramos escépticos, otros se asombraban como
Lilia, Lizet y Ana María, Guillermo Castillo, sobresalió diciendo: ¿Ouija, es
verdad que a Alan el de Magneto, le encontraron semen en la garganta? nadie
espero la respuesta de la tabla improvisada, todos giramos la cabeza casi 360
grados ubicando a Victoria, quién entre lagrimas y berrinches se negaba a creer
que esa pregunta naciera de alguien aparentemente maduro y en etapa de
formación. Pobre man, la burla por parte de Willigton, el Pigmy, Patula y mía,
no se hizo esperar. Hasta el día de la graduación estuvo azorado por lerdo.
Fulvia Chiquillo, siempre con una sonrisa
para todo el mundo, nunca la vi en peleas con nadie. Ella, Karen Garcés y mi
persona, fuimos los únicos en esa promoción en escoger las pruebas ICFES con
inglés como electiva. Ella siempre una mujer noble e intachable.
Giovana Oviedo, aunque esta pigmea no
está presente en este grupo, cabe destacar que ella siempre iniciaba las burlas
hacia quien diera lora, disfrutaba de sacarle el bloque a quién le diera
papaya, pero no contaba con su némesis natural, su otro yo en versión
masculina: Carlos Páez, a quién ella definía como esa figura creada para
joderme y mortificarme.
Hilda Luz Reyes, escandalosa,
dicharachera, burlona, regia como ella sola y con apariencia despelucada con las mechas rizadas, esas mismas mechas que despertaban pasiones y envidias en unos y otros. su piel blanca resaltaba cuando se sentaba cerca de Osiris, con quien siempre se apalancaba en una que otra satírica discusión, ya se
deben imaginar con quién. Así es, el amigo Charly Páez. No era enemiga de
nadie, pero le cantaba la tabla a quién diera papaya, ¿cómo habrá sido una clase con la seño Hilda?. Eso hace parte de los misterios que no me dejan dormir en las noches.
Inés Lobo, una chispa única, fan
inicial los ‘locomía’ José Gregorio Mendoza y José Gregorio Bonivento, se
destaca, así como Johana Ariza, por llorar a la par que sueltan la carcajada,
gran persona y amiga, buena pa escuchar y dar un concejo y ya lo saben, dueña
de Antojao’s Arroz.
Ismael Meza, el erudito de Salgar, más
conocido por sus apuntes como: ‘El Ñeráclito’ en mi humilde opinión, es más
conocido como “el gran piel roja”, bonachón, burlón como él solo, hijo del mar
y sobrino del sol. Siempre dispuesto a tener un trato amable con los que le
rodean, actualmente podemos ver sus poses como modelo de lentes de sol en sus redes sociales.
Jaime Vergara, este satírico ser, nunca
tuvo bando, siempre se fraguaban las más secretas maldades en su cerebro,
arremetía contra todo el mundo sin que nadie notara las atrocidades que
perpetraba y cuando menos te lo esperaba, ahí estaba insinuando que había sido
otro el del daño. Gran crítico de cine, dueño de una horrenda caligrafía,
abogado titulado, consumidor inconmensurable de bolígrafos allegro y poco amigo de las redes sociales, al momento de esta publicación, ha sido imposible localizarlo.
Karen Garcés, compañera de
conocimientos bilingües, especialista en información asociada al humor negro,
aplicada en sus estudios y proyectándose a vivir en algún momento a Estados
Unidos, duró viviendo en Cartagena un tiempo, acá nos saludamos en alguna
ocasión. Ha estado más cerca de un león de lo que yo quiero estar y se los
juro, no quiero estar cerca de un león vivo. Nunca, jamás.
Lilia Pacheco, llegó un día de la mano
de Johana Ariza, Lizet Carpio, estas tres chicas se mostraron amigables y ella,
tenía una cara de nerd que no se la quitaba nadie, especialmente en clase de
matemáticas mandaba a callar, con aquella autoridad del más enamorado de aritmética.
Todos creíamos que ella dominaba al derecho y al revés la algebra de Baldor,
pero, la realidad fue otra, era una recochera más. El misterio se develó cuando
ella comenzó a mostrarse como lo que era, una desordenada insólita, burlona sin
compasión de quién hablara mal, hasta diccionario le abría a la gente. Recuerdo
el día que ella y la hermana me estafaron, al ofrecerme unos vídeos de UB40,
los cuáles no pasaban de ser cassettes de audio y solo tenían Red, Red Wine. Me
dieron por la cabeza, pero ni modo.
Lizet Carpio, Enigmática, pragmática,
persona con don de gente y el mismo estilo mamagallístico de Lilia, ideóloga de
sátiras e indirectas. Perpetradora de apodos y magistral amiga, aunque
realmente después de salir de la Normal fue que nos hicimos más amigos, pues
sus hijos estudiaban con mi sobrino. Aún así, ella no perdió su esencia de
jodedora e irónica. Y eso sí, siempre una carcajada aún cuando la cosa no está
del color que debe estar.
María Elena Arroyo, juraría que nadie ha
olvidado aquel episodio en el que una loca llegó a la parroquia dónde presidía
su tío el cura y que 2 semanas más tarde, ella se entera y entra al salón
llorando después de recreo contando dicho suceso. Y por supuesto, el sancocho
de la pascuala. Hay más que decir, pero me quedaría corto solo con unos cuantos
renglones al hablar de dicho ícono.
Marco Palacio, el notorio parecido con
‘san Gregorio’ en aquella era, lo hizo blanco de mis burlas y desquites, este
man era otro que no se quedaba quieto, el eterno enamorado de la sexy Cleofita,
la deseada, la inalcanzable diva de Normicón. El man era atlético y buen
deportista, hay quienes dicen que antes de entrar en la política se dedicó al
levantamiento de cuchara y por eso sus casi 150 kilos. Este man también se
destacó por joder con ganas a todo el que diera papaya, especialmente cuando
estábamos por los calados de los cursos de arriba.
Marlon Moreno, amigo de todos, amado por
las masas, querido por muchos y odiado por muy pocos, algunos lo
identificábamos como condorito, pero ese mito se vino a piso cuando Fulvia le
dijo: “tranquilo mi patolín”, desde entonces nadie recordó su nombre. Cuando a
su hermano Brayan le preguntaban por Marlon José Antonio, decía: No sé quién es
ese, mis hermanos son, Carlos Mario y Patula. Desde entonces, es más famoso por
el apodo que por el nombre. Nadie olvida sus apuntes, especialmente cuando
gritaba en una turba al lado de Willington Reyes, que él era un revoluzario.
Merly Del Toro, única en su especie,
amiga cordial de Sandra Pérez, el eterno amor de Dagoberto Anaya, solo le
recibía bromas pesadas a Charly Páez, había una especie de pacto de galleros
entre ellos que nadie entendía. Al parecer ella sabía cosas que nadie sabía,
quizá que él amaba a Inelda Brown en secreto.
Natalia Martínez, seguramente es la mujer
más experta en parecer que ignoraba las vainas que hacíamos, pero la carcajada
o el gesto de desaprobación la delataba, siempre interesada en responder bien
en clases y eso sí, echaba rulo con Marjorie Suárez, Karen Garcés, quienes eran
sus comadres, pero seguramente lo que nadie ignora es que ella siempre se
mostró indiferente a las peleas, solo peleaba ya saben con quién, no mentira,
el compa Páez está exento de pecado aquí.
Nayrobis González, su tono de voz era el
idóneo para joder a todos y casi nunca daba papaya pa joderla, adivinen quién
era el único que la sacaba de orbita. Así es, Charly Páez. Buena estudiante,
buena amiga, recta en sus vainas, indiscreta intencional cuando de avergonzar
se trataba, silenciadora de desórdenes y otras características únicas de ella.
Paola Arias, una mujer que vive su
vida sin son ni ton, poseedora de una imperturbabilidad insuperable amiga
inseparable de Giovana Oviedo y Shirley Coba, al punto de recibir el slogan
“Coba y Paola, refresca de verdad”. Nunca se le ha visto sudando, ni aún en
época de calor, conserva el mismo look desde hace más de 26 años, no sabe lo
que es pasar tijera en sus rizos dorados, socarrona incomparable y maliciosa de
carácter acucioso.
Perla Barbosa, la perla del canal del
dique, la cónsul de Santa Lucía en la capital atlanticense, fresca como una
lechuga, amiga de Shirley Ferraro y Evelyn Pájaro, defensora de patula, aun en
los momentos más enlodados.
Peggy Armella, antiguamente usaba un
peinado que consistía en hacerse el moño arriba y que cayera de modo natural,
cuando le dije por primera vez que con ese peinado parecía una piña, solo sentí
la ráfaga con la que me dijo todo lo que me estoy acordando en este momento; comadre
de la mejor maestra que ha tenido Isaac Elías, jodona con pasión, peleonera con
caución, increpadora de verdades dolorosas, guerrera de ideales y realidades.
Shirley Coba, protagonista de
innumerables burlas, no por qué se burlasen de ella, sino por qué ella las
ocasionaba, Shirley es dibujada en un lugar fundamental del caricaturesco mundo
de Normicón, los ataques fallidos del Pigmy fueron célebres e ignorados
exitosamente por ella. Solo dos veces la vi molesta, pero nunca perdió la
serenidad ni la compostura. Certera en sus sarcasmos y leal a quién lo es con
ella.
William Acosta, la voz vallenata por
excelencia de la escuela Normal Mixta De La Costa Norte, primo de Roberto
Almazo y hermano de Fabián Acosta, en algunas ocasiones fingiendo timidez, la
cual nos producía risa al mordaz Pigmy, a Zúñiga y a mí, enamoraba a las
compañeras y aún a las hermosas damiselas que se paseaban por las cercanías del
restaurante Santander Del Prado. Un día decidió tener brazos firmes y se
entregó en cuerpo y alma a las flexiones de pecho; el ahora párroco, seguidor
de los pasos de Benedicto XVI, quizá ha olvidado aquél diciembre antes de salir
de clases, que me compró 5 mil pesos de cebollitas por su casa, cuando me las
dio me dijo: “tú ni sabes lo asustao que venía yo en ese bus, hacía tanto calor
que pensé que esta vaina me iba a explotar en la mochila y lo peor, venía un
policía ahí. No me pidas más este favor”. Allí terminaron sus días como experto
en explosivos y pirotecnia.
Willington Reyes, amigo de revoluzarios,
nacido a la orilla del mar caribe, ex novio de Alba Capdevilla, este man se
consolida como uno de los mejores deportistas que puerto haya visto germinar,
comediante innato y coloquial trabajador, sobrino de Rafa Reyes, ex jugador del
Junior de Barranquilla y un integrante más del escuadrón del pigmy, ‘el bole’
nunca se le frenó a ninguna situación, creo que en algún momento hubo un
intercambio de manos con Rafael Cepeda, primo de Carlos Quintero, pero esa
vaina creo que fue knock out técnico.
Quiero que sepan que los que no mencioné, fue
quizá por qué no recordé una anécdota así bien marcada, pero dejo abierto el
espacio para que aún aquéllos que no están en este chat se animen a sumarse
mediante ustedes.


Que chevere
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